Agosto 2006… un calor agobiante que incluso cansaría hasta una mosca… ¿pero cuál es el mejor plan para sofocarlo? Ir a un festival.
Primera edición del Petroleo Rock. La situación era en sí una enorme duda. Si bien sabíamos dónde era el festival, no teníamos ni idea de cómo era. Asique 10000 personas llegamos a un pequeño pueblo llamado Sargentes de la Lora; en el que solo había un bar utilizado como panadería, restaurante, supermercado… Pero no, el festival no se celebraba ahí, sino que se hacía en un páramo perdido de la mano de Dios en el que el suelo no había saboreado una gota de agua en años.
Nada más llegar la imagen que se nos vino a la cabeza fue la mítica escena de las películas del oeste, en las que pasa en nudillo de paja rodando por el suelo mientras se hace un silencio… Pues algo parecido era aquello. Pero no todo lo malo acababa ahí. Si ya de por sí Burgos no tiene un clima especialmente agradable, a este festival le miró un tuerto. Los casi 30 grados que hacía por el día eran compensados por los 3 de la noche; y claro está, nosotras no fuimos lo suficientemente previsoras…
Y sumándole más problemas al asunto, las tiendas de campaña. Malditas tiendas que no se clavaban… ¿no podrían haberse montado solas como lo hacen ahora las “quechua”? Y como además, en ocasiones, la inteligencia brilla por su ausencia; no quitamos las piedras del terreno… asique fue algo parecido a dormir encima de una tabla de clavos.
Pero ahora viene lo bueno, los conciertos. El plato fuerte de la primera noche fue El Último Ke Zierre, con muchos de sus clásicos. Habeas Corpus no defraudaron, ni muchísimo menos. Aunque su antiguo guitarra ya no les acompañara, siguen siendo igual de buenos. Y aquí viene uno de los mejores momentos. ¡Conocimos al cantante de Habeas! En uno de los momentos que bajo del escenario nos vio gritando como locas; se paró, se saco un par de fotos, y no regaló una pua. Sí, estas cosas son las que te hacen guardarles en la memoria.
Y de seguido, vinieron muchos de los grandes, Betagarri, Hamlet, Kaotiko, y por fin, Segismundo Toxicómano. En el concierto de este último, la 1º fila era nuestra; pero con el calor y las marabuntas de gente, no podíamos casi ni respirar. Aun así, no parábamos de saltar y de gritar. Pero cuando llegó un momento de deshidratación común, uno de los seguratas del concierto, ¡nos trajo un par de botellas de agua! Le dimos pena de la buena…
Lo malo, es que me quede sin ver a muchos de los grupos, pero es que a todo no se podía. Entre el frio, el viento y el polvo permanente durante todo el festival, había muchos momentos en los que solo te apetecía estar alrededor de tu tienda, con las cervezas y el kalimotxo, las amigas y conociendo peña… y lo mejor, que todo en buen rollo increíble.
En definitiva, puedo decir, que el festival, fue enorme. Tenía todo lo necesario, punk rock, amigos, ambiente y alcohol. Aunque eso sí, una recomendación, ¡que planten hierba! :)
Tania
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